Prieto Castillo, D., comienza su planteo describiendo dos espacios que aparecen como ámbitos privilegiados de discurso: los medios de difusión colectiva y la escuela, ambos trabajadores del discurso, pero... ¿que sentido reviste la práctica discursiva en cada uno de ellos?
La escuela centrada en la pedagogía de la transmición, genera una improducción, ya que hablar y repetir, pretendiendo que el alumno reciba e incorpore, de manera despersonalizada y no contextualizada, los conocimientos e ideas que se le enseñen, no es producir un discurso. No se generan espacios para que sea promotor de sus propias ideas, no se lo deja ser creativo y original, volcando todo potencial en una práctica discursiva, base de la transformación social.
Sin embargo, los medios aparecen como los máximos generadores de producción discursiva, distribuyendo sus voces de manera abierta, son los favoritos y parecieran ser claves para la transformación planetaria.
"..Un maestro debe tener mas aptitudes que el presidente (Simon Rodriguez)...";"... la tarea educativa rebasa los limites de cualquier otra actividad, ya que colabora, orienta..." Recuperar estos valores, el valor del aprendizaje, generando una revolución pedagógica, donde el absurdo enfrentamiento entre los medios y la escuela se desaprenda, generando la posibilidad de abrir nuevos caminos a la producción discursiva. Creando con el discurso.
El docente deberá abordar el camino del aprendizaje como actor que guía, aporta y acompaña en los saberes adecuados para el avance del
proceso educativo, que tiendan a la problematización y reconfiguración del
posicionamiento del alumno actual, alentando el diálogo, la reflexión y el
trabajo colaborativo. La invitación de producir nuevos
conocimientos y saberes vinculados al campo de la comunicación/educación, donde es posible hallar varias alternativas a dichas
propuestas.